El cielo mexicano ya no es solo de México. Mientras lees esto, drones secretos estadounidenses zumban sobre Sinaloa, Baja California y quién sabe qué otros rincones, espiando cada movimiento de los cárteles de la droga sin que el gobierno de Claudia Sheinbaum haya dado un sí claro.

¿Es esto el comienzo de una guerra sin cuartel contra el narco, o una invasión silenciosa que pisotea la soberanía de un país? La noticia, que estalló como bomba esta semana, tiene a México al rojo vivo y al mundo preguntándose: ¿hasta dónde llegará Donald Trump en su cruzada contra el fentanilo?
El secreto que salió del cielo
Todo empezó a salir a la luz el 18 de febrero de 2025, cuando CNN y The New York Times soltaron el dato: la CIA ha estado usando drones MQ-9 Reaper, bestias antiterroristas diseñadas para cazar objetivos desde el aire, para sobrevolar territorio mexicano.
No son drones cualquiera: estos aparatos, capaces de volar a 50 mil pies y grabar en alta definición, han estado rastreando a los cárteles —Sinaloa y Jalisco Nueva Generación entre ellos— desde al menos el mandato de Biden, pero ahora, con Trump en la Casa Blanca desde enero de 2025, las misiones se han intensificado. Un oficial del Comando Norte de EE.UU. lo confirmó ante el Senado el 13 de febrero: “Seguimos volando sobre Sinaloa y Baja California, con o sin permiso”. ¿El objetivo? Frenar el flujo de fentanilo, que mata a 100 mil estadounidenses al año, según el CDC.
Más que vigilancia: ¿Drones armados?
Pero aquí viene lo jugoso: estos drones no están solo mirando. Fuentes de inteligencia dicen que podrían armarse con misiles Hellfire en cualquier momento, listos para convertir la vigilancia en ataques quirúrgicos. Rolling Stone reportó el 7 de mayo de 2024 que Trump lleva meses planeando enviar fuerzas especiales a México para “eliminar capos” si ganaba, y ahora, con el poder en sus manos, los drones parecen el primer paso. El 24 de febrero, NYT reveló que la CIA informó al Congreso que los sobrevuelos son más frecuentes desde que Trump asumió, con un enfoque especial en el norte de México. ¿Casualidad? No lo parece.
México grita: ¿Dónde está nuestra soberanía?
México no se queda callado. Sheinbaum, en su conferencia mañanera del 19 de febrero, negó rotundamente haber autorizado estas misiones: “No hay ningún acuerdo para que drones extranjeros sobrevuelen nuestro espacio aéreo”. Pero las palabras chocan con la realidad: publicaciones en X y reportes de prensa sugieren que los sobrevuelos son un secreto a voces desde hace años, y el gobierno mexicano lo sabe.
El 18 de febrero, Sin Embargo MX citó fuentes que dicen que los drones comparten datos con México, pero solo bajo términos de EE.UU. ¿Entonces por qué la negación? Algunos ven una crisis de soberanía: si México no controla su cielo, ¿qué sigue?
Trump aprieta el puño
El trasfondo es un polvorín. Trump, desde su campaña, prometió aplastar a los cárteles, y el 25 de enero, días tras su toma de posesión, reactivó su plan de designarlos como organizaciones terroristas, algo que México rechaza desde 2019.
El 3 de febrero, habló con Sheinbaum y le dio un ultimátum: o México frena el fentanilo y los migrantes, o vienen aranceles del 25% el 4 de marzo. Ahora, con 10 mil elementos de la Guardia Nacional en la frontera norte desde el 10 de febrero, México intenta calmarlo, pero los drones dicen otra cosa: EE.UU. no confía y actúa solo.
Los cárteles contraatacan
La polémica arde. En X, usuarios como @JPSibillaT el 18 de febrero hablaron de “invasión encubierta”, mientras otros ven una guerra necesaria. El cártel de Sinaloa ya respondió: el 21 de febrero, un dron MQ-9 fue derribado cerca de Culiacán, según posts en X y reportes no confirmados oficialmente, sugiriendo que los narcos tienen tecnología para contraatacar. Si es cierto, esto podría escalar a un conflicto abierto en suelo mexicano, con EE.UU. justificando más intervención.
¿Qué hay detrás del juego?
¿Y qué gana Trump? Además de su obsesión con el fentanilo, hay rumores de intereses económicos. Los minerales raros de México, usados en baterías y drones, están en la mira, y algunos conectan esto con Elon Musk, cuyo Starlink apoya a Ucrania pero podría beneficiarse de litio mexicano. Aunque no hay pruebas directas, la coincidencia es inquietante.
Sheinbaum en la encrucijada
Sheinbaum enfrenta un dilema: tolerar los drones arriesga su credibilidad, pero enfrentarlos podría desatar la ira de Trump, con aranceles o algo peor. El 24 de febrero, Marcelo Ebrard, secretario de Economía, dijo que están negociando con Marco Rubio, pero el tiempo se acaba. ¿Es esto una guerra contra los cárteles o una invasión disfrazada? México tiembla, y el debate explota: soberanía contra seguridad, orgullo contra pragmatismo. ¿Qué harías tú si el cielo de tu país ya no te pertenece?
