La madrugada del 8 de abril de 2025, la República Dominicana perdió a una de sus figuras más queridas del merengue: Rubby Pérez. A los 69 años, el cantante falleció tras el colapso del techo de la discoteca Jet Set en Santo Domingo, un lugar emblemático donde ofrecía un concierto ante cientos de personas.

El desastre dejó un saldo devastador—218 muertos y más de 150 heridos, según reportes oficiales hasta el 10 de abril—y entre las víctimas estaban el propio Pérez, el exbeisbolista Octavio Dotel y la gobernadora Nelsy Cruz. Pero, ¿quién fue este artista cuya vida y legado quedaron marcados por una tragedia? Este artículo recorre su historia, desde sus humildes comienzos hasta su ascenso como ícono musical, con datos actualizados hasta abril de 2025.
De un sueño truncado a una voz inmortal
Roberto Antonio Pérez Herrera nació el 8 de marzo de 1956 en Bajos de Haina, una localidad cercana a Santo Domingo. En su juventud, su pasión no era la música, sino el béisbol, un deporte rey en el país. “Soñaba con ser pelotero profesional”, relató en una entrevista con Listín Diario en 2020.
Sin embargo, el destino cambió abruptamente el 13 de junio de 1972, cuando a los 15 años fue atropellado por un vehículo. El accidente le dejó lesiones permanentes en la pierna derecha, truncando su carrera deportiva tras meses de hospitalización y años de terapia.
Fue en ese hospital donde encontró refugio en la música. Con una guitarra, comenzó a cantar para otros pacientes, descubriendo un talento que lo llevaría lejos. “Dios tenía otro propósito para mí: un micrófono en vez de un bate”, dijo alguna vez, según Infobae. Estudió en el Conservatorio Nacional de Música de Santo Domingo, perfeccionando su voz y habilidades en piano y guitarra, y así dio sus primeros pasos en un género que lo consagraría: el merengue.
El ascenso de “La Voz Más Alta del Merengue”
La carrera de Rubby Pérez despegó en los años 70 con agrupaciones juveniles como Los Pitágoras del Ritmo y el Coro de la Sociedad de Orientación Juvenil. Pero su gran salto llegó en 1980, cuando se unió a la orquesta de Wilfrido Vargas, un titán del merengue.
Allí, su potencia vocal lo destacó, ganándose el apodo de “La Voz Más Alta del Merengue”. “Su voz era un trueno que llenaba cualquier escenario”, escribió Vargas en un homenaje en X el 8 de abril de 2025. Con Vargas, Pérez interpretó éxitos como “El Africano” y “Volveré”, que lo posicionaron como una promesa.
En 1987, dio el paso al frente como solista con el álbum Buscando tus besos. Temas como “Dame veneno” y “Enamorado de ella” se convirtieron en himnos, y su carrera despegó con discos de oro y platino. Actuó en escenarios globales, desde el Madison Square Garden hasta festivales en Colombia y Puerto Rico.
En 40 años, lanzó 13 álbumes y colaboró con figuras como Romeo Santos y Toño Rosario, dejando éxitos como “15,500 Noches”. En 2024, la Asociación de Cronistas de Arte (Acroarte) lo honró con el Soberano al Mérito, un reconocimiento a su legado.
El fatídico concierto en el Jet Set
El Jet Set, con más de 50 años de historia, era un templo de la música dominicana, conocido por sus “Lunes de Jet Set”. El 7 de abril de 2025, Pérez subió al escenario pasadas las 11:30 p.m. para una noche que prometía ser memorable. Videos compartidos en redes muestran a la multitud bailando mientras él cantaba, hasta que a las 12:44 a.m. el techo colapsó. “Fue algo relámpago”, relató su mánager, Enrique Paulino, a BBC Mundo. Un asistente señaló algo cayendo del tejado segundos antes, y luego todo se volvió oscuridad y caos.
Inicialmente, hubo confusión. Su hija, Zulinka Pérez, afirmó a El Nuevo Diario que lo habían encontrado vivo, cantando bajo los escombros para guiar a los rescatistas. “Siempre me dijo: ‘Si algo me pasa, cúbreme para que no me fotografíen’”, contó entre lágrimas. Sin embargo, horas después, el Centro de Operaciones de Emergencias (COE) confirmó que su cuerpo fue hallado entre los restos. Paulino, quien sobrevivió, dijo a Rolling Stone: “Una columna le cayó encima; era imposible que sobreviviera”. Su saxofonista también pereció, mientras otros músicos escaparon con heridas leves.
Un legado que trasciende la tragedia
La muerte de Rubby Pérez desató una ola de tributos. Wilfrido Vargas lo llamó “el mejor cantante del género”; Gilberto Santa Rosa destacó su bondad; y Carlos Vives, Olga Tañón y Eddy Herrera lo despidieron como un hermano. Su última presentación en el Jet Set, un lugar que él mismo ayudó a inmortalizar, cerró un capítulo de su vida con un eco trágico. “Dejó una huella imborrable”, escribió Discos Fuentes en X.
Más allá de los escenarios, Pérez era un hombre de fe y positivismo. Tras su accidente juvenil, transformó el dolor en arte, inspirando a generaciones. Su voz, que alguna vez resonó en hospitales para consolar, se convirtió en un símbolo de alegría caribeña. El duelo nacional decretado por el presidente Luis Abinader, del 8 al 10 de abril, reflejó su impacto: un país lloraba no solo una tragedia, sino la pérdida de un ícono.
El telón final
Rubby Pérez no solo fue un cantante; fue un testimonio de resiliencia. Desde un sueño roto en Haina hasta los reflectores del Jet Set, su vida fue una melodía de altibajos que terminó abruptamente bajo los escombros. “Prefiero quedarme con su sonrisa”, escribió Sergio Vargas en X, resumiendo un sentir colectivo.
Mientras las investigaciones sobre el colapso avanzan—señalando desgaste estructural y sobrecarga como posibles causas—su legado permanece intacto. La “Voz Más Alta del Merengue” se apagó, pero su eco seguirá sonando en cada rincón de la República Dominicana y más allá.