Requisitos para convertirse en Papa: lo que debe cumplir un candidato

La elección de un nuevo Papa es un proceso riguroso que combina tradición, normativa canónica y consenso dentro de la Iglesia Católica. Tras la muerte del Papa Francisco el 21 de abril de 2025, el cónclave que comenzará el 6 de mayo en la Capilla Sixtina pondrá a prueba estos criterios para seleccionar al sucesor de Pedro.

Los requisitos para convertirse en Papa están establecidos por la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por Juan Pablo II en 1996 y ajustada por Benedicto XVI en 2013. A continuación, se detallan las condiciones que debe cumplir un candidato, basadas en las normas vaticanas y en información de Vatican News y El Vaticano.

Edad y estado eclesiástico

El principal requisito es que el candidato sea un cardenal elector, es decir, un miembro del Colegio Cardenalicio menor de 80 años al momento de la muerte o renuncia del Papa anterior. Solo estos cardenales tienen derecho a participar y votar en el cónclave, un grupo que actualmente asciende a 138 electores tras la última actualización de Francisco.

Aunque la norma tradicional limita la elección a cardenales, la ley canónica no lo prohíbe explícitamente, dejando abierta la posibilidad teórica de que un obispo, sacerdote o incluso un laico (si es elevado al cardenalato) pueda ser elegido, siempre que sea hombre y católico bautizado.

Fe y moralidad

El candidato debe ser un hombre de fe intachable y compromiso con los principios de la Iglesia Católica. Esto incluye una vida coherente con los valores cristianos, una reputación moral sólida y una trayectoria que demuestre devoción al Evangelio.

La Iglesia valora especialmente a aquellos que han mostrado liderazgo pastoral, como obispos o arzobispos, y que han contribuido al fortalecimiento de la comunidad católica global. No se exige un nivel específico de educación teológica, pero se espera que el candidato tenga un conocimiento profundo de la doctrina y la tradición eclesiástica.

Salud y capacidad de liderazgo

La salud física y mental del candidato es un factor clave, dado que el Papa debe liderar a más de 1,300 millones de católicos y enfrentar las demandas de un pontificado que incluye viajes internacionales y gestión de la Curia Romana. Aunque no existe un requisito médico formal, los cardenales suelen considerar la capacidad del candidato para desempeñar el cargo a largo plazo. La experiencia en cargos de responsabilidad, como prefecto de un dicasterio o arzobispo de una diócesis importante, también pesa en la evaluación, como se vio en la elección de Jorge Bergoglio en 2013.

Elección y aceptación

El proceso de elección requiere que el candidato obtenga dos tercios de los votos del Colegio Cardenalicio durante el cónclave, lo que equivale a 92 votos de los 138 electores actuales. Tras ser elegido, el candidato debe aceptar el cargo de manera libre y consciente. Si acepta, elige un nombre papal y recibe la investidura oficial, un momento que culmina con la aparición en el balcón de la Basílica de San Pedro tras la señal del humo blanco. La negativa a aceptar el cargo es rara, pero históricamente posible, como ocurrió con el cardenal Bartolomé de las Casas en 1555.

Exclusiones y excepciones

No se permite que un candidato sea casado, ya que el celibato es una norma obligatoria para el clero católico en el rito latino, con excepciones limitadas para algunos sacerdotes orientales casados antes de su ordenación. Además, se excluye a cualquier persona que haya cometido actos graves contra la fe o la moral, como herejía o escándalo público, aunque estas acusaciones serían investigadas por el Colegio Cardenalicio antes del cónclave. La ley canónica también prohíbe campañas activas para la elección, asegurando que el Espíritu Santo guíe el proceso.

Un camino guiado por la tradición

Convertirse en Papa no es solo cumplir requisitos formales, sino encarnar el legado de San Pedro como servidor de la Iglesia. El próximo cónclave, que definirá al 267.º Papa, pondrá a prueba estos criterios entre figuras destacadas como el cardenal Timothy Dolan o Raymond Burke, cuya experiencia y visión podrían moldear el futuro de la Iglesia. Con un proceso que combina lo humano y lo divino, los requisitos aseguran que el elegido sea un líder capaz de guiar a la comunidad católica en un mundo de desafíos constantes.