La muerte del icónico actor Gene Hackman y su esposa Betsy Arakawa en su casa de Santa Fe, Nuevo México, ha pasado de ser una tragedia silenciosa a un rompecabezas que podría dejar a sus tres hijos sin un centavo de su fortuna de 80 millones de dólares.

Aunque las autoridades han descartado un crimen, un giro en la cronología de los fallecimientos podría enviar todo el patrimonio a la beneficencia, dependiendo de un solo hecho aún bajo investigación.
Con más de 3 millones de menciones en redes sociales en 2025 sobre este caso, el destino de esta herencia mantiene al mundo en vilo. A continuación, desentrañamos los detalles de esta historia inquietante, el factor decisivo que lo cambia todo y qué pueden hacer los hijos del actor para no perderlo todo.
Una escena que heló la sangre
El 26 de febrero de 2025, un vecino alertó a la policía tras notar algo extraño en la casa de Hackman. Al llegar, los agentes encontraron una escena desoladora: Gene Hackman, de 95 años, y Betsy Arakawa, de 65, yacían sin vida en habitaciones separadas, junto a uno de sus tres perros, muerto en una jaula. Los otros dos animales, Bear y Nikita, vagaban vivos por la propiedad, un indicio de que algo había fallado catastróficamente en el hogar.
Las autopsias preliminares pintaron un cuadro sombrío: Betsy sucumbió primero, el 11 de febrero, al hantavirus, una rara infección respiratoria letal transmitida por roedores, posiblemente tras limpiar un espacio infestado en la casa. Su cuerpo, hallado en el baño rodeado de pastillas y vómito, sugería un final agónico. Hackman, aquejado de Alzheimer avanzado, murió una semana después, el 18 de febrero, de un infarto, solo y desorientado. El perro enjaulado, Zinna, pereció de inanición, atrapado sin que nadie lo liberara. Pero este relato, aunque trágico, es solo el comienzo de una disputa mayor.
El dato que lo define todo: ¿quién murió primero?
El orden de las muertes no es solo un detalle macabro; es la clave de una fortuna. Hackman dejó su patrimonio entero —valorado en 80 millones de dólares— a Betsy en un testamento de 1995, una decisión lógica dado que ella, 30 años menor, parecía destinada a sobrevivirle. Pero Betsy murió antes, y aquí entra el giro: su testamento incluye una cláusula que considera “simultánea” la muerte si ambos fallecen dentro de un plazo de 90 días, enviando todo a organizaciones benéficas.
Si se confirma que Betsy partió primero, el 11 de febrero, y Hackman una semana después, el plazo de 90 días se cumple: serían siete días de diferencia, muy por debajo del límite. Esto activaría la cláusula, dejando a los hijos de Hackman —Christopher, Leslie y Elizabeth— sin herencia. Portales como TMZ reportan que Christopher ya contrató al abogado Andrew M. Katzenstein para pelear, pero el reloj corre mientras la investigación forense afina fechas exactas.
Una fortuna en la cuerda floja
La cláusula de “muerte simultánea” no es rara en testamentos, pero aquí tiene un impacto brutal. En Nuevo México, un estado de propiedad comunitaria, Betsy podría haber acumulado una suma significativa durante sus 34 años de matrimonio con Hackman, que pasaría a él si ella muriera primero. Sin embargo, al morir Hackman después, sin herederos directos nombrados en su testamento, todo —su parte y la de ella— iría a beneficencia bajo esta regla.
Los hijos, que no estaban en el radar del testamento de su padre, podrían argumentar derechos como herederos naturales bajo la ley estatal si logran invalidar la cláusula o probar que Hackman sobrevivió lo suficiente para heredar de Betsy primero. Un desfase de horas podría valer millones, pero las evidencias forenses, como el estado de descomposición de los cuerpos y el registro del marcapasos de Hackman, serán cruciales.
Una relación fracturada al descubierto
El caso expone más que dinero: revela una familia rota. Hackman admitió en vida que su vínculo con sus hijos, fruto de su primer matrimonio con Fay Maltese, era distante, con contacto esporádico pese a intentos de Betsy por acercarlos. Que nadie notara la ausencia de la pareja durante más de una semana —hasta que un vecino intervino— habla de un aislamiento profundo.
Ahora, con 80 millones en juego, los hijos han emergido, pero su interés parece tardío. Christopher, de 65 años, lidera la carga legal, mientras Leslie, de 58, y Elizabeth, de 62, observan desde las sombras, según reportes. La ironía es dura: Betsy, quien abogó por reconectarles, podría ser la razón por la que queden fuera, gracias a su testamento.
El hantavirus y un final prevenible
El hantavirus que mató a Betsy añade una capa de prevención a esta tragedia. Con una letalidad del 38% según el CDC, este virus se contrae por contacto con roedores o sus desechos, común en limpiezas de espacios cerrados como áticos. Los síntomas —fiebre, fatiga, dificultad respiratoria— pueden confundirse con un resfriado, pero sin tratamiento, colapsan los pulmones.
Hackman, perdido en su Alzheimer, no pudo ayudarla ni pedir auxilio. Un chequeo médico anual o una red de apoyo pudieron haber cambiado el desenlace, pero el aislamiento de la pareja en su mansión de 4 millones de dólares selló su suerte.
Qué pueden hacer los hijos ahora
La batalla legal está en marcha, pero no es sencilla. Los hijos deben probar que Hackman heredó de Betsy antes de morir o que la cláusula de 90 días no aplica, un desafío ante autopsias que sitúan las muertes con días de diferencia. Podrían apelar a la ley de Nuevo México, que da hasta tres años para impugnar un testamento, alegando capacidad mental de Hackman o errores en los documentos. Un análisis toxicológico pendiente, que demora 4-6 semanas, podría ajustar la línea temporal.
Mientras, el hashtag #HackmanInheritance acumula 2 millones de menciones en X en 2025, con opiniones divididas entre quienes ven justicia en la beneficencia y quienes apoyan a los hijos. Healthline (17 de marzo de 2025) lo llamó “un cuento de advertencia sobre familia y legado”.
Un legado en el limbo
La muerte de Gene Hackman y Betsy Arakawa no solo cerró una era de Hollywood; abrió una caja de Pandora. En semanas, 80 millones podrían ir a caridad o quedar en manos de tres hijos que apenas conocían a su padre en sus últimos años. Todo depende de un dato: siete días que separaron dos tragedias.
La próxima vez que pienses en una estrella caída, recuerda este caso: un Oscar no compra compañía, y una fortuna no asegura herederos. ¿Terminará el dinero de Hackman salvando vidas o en una guerra familiar? El tiempo, y los tribunales, lo dirán.