Las 2 cartas que el Papa Francisco dejó antes de su muerte, ¿revelen algo sobre participación del cardenal Becciu, acusado de corrupción?

La muerte del Papa Francisco el 21 de abril de 2025 ha desatado un torbellino de intrigas en el Vaticano, digno de una novela de intriga eclesiástica. En el centro de la controversia está el cardenal Angelo Becciu, destituido en 2020 por corrupción y ahora protagonista de un nuevo capítulo: dos cartas firmadas por Francisco, reveladas por el diario italiano Domani, expresan su voluntad explícita de excluir a Becciu del Cónclave que elegirá al próximo Papa.

Estas misivas, fechadas en 2023 y marzo de 2025, han avivado tensiones entre cardenales y generado un debate sobre la transparencia y la justicia en la Santa Sede. Basado en reportes de Domani, Reuters, Il Fatto Quotidiano y publicaciones en X, este artículo detalla el escándalo, las cartas y sus implicaciones para el Cónclave de mayo de 2025.

Las cartas secretas de Francisco

Según Domani, las dos cartas fueron mostradas en privado por el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano, al propio Becciu durante las congregaciones generales, las reuniones preparatorias al Cónclave que comenzaron el 23 de abril de 2025. La primera carta, escrita en 2023, y la segunda, redactada en marzo de 2025 poco antes de la muerte de Francisco, confirman la intención del Papa de impedir que Becciu, de 77 años, participe en la elección del próximo líder de los 1.300 millones de católicos.

Aunque el contenido exacto de las cartas no ha sido hecho público, fuentes vaticanas citadas por Il Fatto Quotidiano indican que Francisco expresó su “falta de confianza” en Becciu debido a su condena por delitos financieros.

La revelación de estas misivas marcó un punto de inflexión en un debate que ya dividía al Colegio Cardenalicio. Becciu, quien conserva el título de cardenal pero fue despojado de sus privilegios en 2020, había insistido en su derecho a votar, amparado en la ambigüedad de los comunicados previos del Vaticano. Las cartas, sin embargo, parecen cerrar la puerta a cualquier posibilidad de su participación, intensificando las tensiones en un momento crítico para la Iglesia.

El ocaso de Angelo Becciu

Angelo Becciu, originario de Cerdeña, fue una figura prominente al inicio del pontificado de Francisco, sirviendo como sustituto de la Secretaría de Estado entre 2011 y 2018, un cargo que lo convirtió en uno de los hombres más poderosos del Vaticano. Sin embargo, su carrera se desplomó en septiembre de 2020, cuando Francisco lo destituyó abruptamente tras acusaciones de corrupción.

En diciembre de 2023, Becciu hizo historia como el primer cardenal condenado por un tribunal penal vaticano, recibiendo una sentencia de cinco años y seis meses de prisión, una multa de 8.000 euros y una inhabilitación perpetua para ocupar cargos en la Santa Sede.

El caso, conocido como el “juicio del siglo” en el Vaticano, giró en torno a dos escándalos principales:

  1. Inversión inmobiliaria en Londres: Becciu fue acusado de autorizar una inversión de 350 millones de euros en una propiedad de lujo en Sloane Avenue, Chelsea, utilizando fondos de la Secretaría de Estado. La operación, gestionada a través de intermediarios sospechosos, resultó en pérdidas millonarias y desató una investigación interna ordenada por Francisco.
  2. Transferencias indebidas: Durante el juicio, se reveló que Becciu desvió 125.000 euros a una cooperativa en Cerdeña vinculada a Cáritas, gestionada por su hermano, bajo el pretexto de actividades caritativas. Estas transferencias fueron calificadas como un abuso de fondos vaticanos.

Francisco, en un gesto sin precedentes, retiró a Becciu los derechos asociados al cardenalato, incluyendo su capacidad de votar en el Cónclave y participar en ciertas ceremonias. Sin embargo, no le exigió renunciar al título de cardenal, lo que creó una laguna jurídica que Becciu intentó explotar.

La lucha de Becciu por recuperar su lugar

Desde su destitución, Becciu ha mantenido su inocencia, calificándose como un “chivo expiatorio” de una conspiración orquestada por enemigos dentro del Vaticano. En entrevistas con medios como Reuters, afirmó que el tribunal vaticano carecía de imparcialidad y que las acusaciones eran parte de una campaña para desacreditarlo. También emprendió acciones legales contra la revista italiana L’Espresso, demandándola por 10 millones de euros por presuntamente “destruir” su carrera y sus aspiraciones papales.

En los meses previos al Cónclave, Becciu lanzó una campaña discreta para recuperar su estatus como elector, argumentando que no había recibido una notificación formal de exclusión. En una declaración a Reuters el 24 de abril de 2025, afirmó: “Nunca recibí ninguna comunicación oficial del Papa sobre mi exclusión del Cónclave”. Incluso relató una conversación con Francisco en enero de 2025, en la que el Papa supuestamente le prometió buscar una “solución” a su caso, una afirmación que no ha sido corroborada por el Vaticano.

El debate sobre su participación dividió al Colegio Cardenalicio. Figuras como el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio, y el cardenal Kevin Farrell, camarlengo, sugirieron que Becciu podría ser readmitido como elector, citando la falta de un decreto explícito de exclusión. Sin embargo, la revelación de las cartas de Francisco, presentadas por Parolin, desbarató estas esperanzas.

Una comisión propuesta y más tensiones

El cardenal Claudio Gugerotti, prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales y aliado de Parolin, propuso crear una comisión de cinco cardenales, incluyendo a Becciu, para evaluar su participación en el Cónclave, según Il Fatto Quotidiano. Gugerotti, junto al cardenal Konrad Krajevski, se opuso firmemente a la reintegración de Becciu, argumentando que su presencia comprometería la integridad del proceso. Por otro lado, los cardenales italianos Lorenzo Baldisseri y Fernando Filoni, este último crítico de Parolin, defendieron el derecho de Becciu, alegando que la exclusión sin un proceso formal violaba las normas eclesiásticas.

El director de la Sala de Prensa del Vaticano, Matteo Bruni, declinó comentar sobre las cartas, limitándose a confirmar que el 25 de abril de 2025 se celebró la cuarta congregación general con 149 cardenales presentes, donde se continuó la lectura de la Universi Dominici Gregis, la constitución que regula la elección papal. La falta de un pronunciamiento oficial ha alimentado especulaciones en plataformas como X, donde usuarios como @agusantonetti y @S_Schwartzmann debaten si la exclusión de Becciu podría beneficiar a candidatos como Pietro Parolin o Luis Antonio Tagle.

Un Cónclave bajo la sombra del escándalo

El caso de Becciu llega en un momento crítico, mientras el Vaticano se prepara para el funeral solemne de Francisco el 26 de abril de 2025, seguido de una procesión de seis kilómetros hasta la Basílica de Santa María la Mayor, donde el Papa pidió ser sepultado. El 27 de abril, Parolin oficiará la segunda misa de los novendiales, los nueve días de luto oficiales, y el 28 de abril se celebrará la próxima congregación general, con la presencia de aliados clave de Francisco, como el jesuita argentino Ángel Rossi. Estas reuniones podrían sellar el destino de Becciu.

El escándalo ha empañado el ambiente previo al Cónclave, programado para el 6-11 de mayo de 2025, y ha reducido las posibilidades de que un italiano, como Pietro Parolin o Matteo Zuppi, sea elegido Papa, según analistas citados por El Universal. La exclusión de Becciu, confirmada por las cartas de Francisco, refuerza el compromiso del Papa con la transparencia financiera, pero también expone las profundas divisiones dentro del Colegio Cardenalicio.

Un legado de reforma y controversia

Las cartas póstumas del Papa Francisco han arrojado luz sobre su determinación de proteger la integridad del Cónclave, incluso más allá de su muerte. La exclusión de Angelo Becciu, un cardenal caído en desgracia por corrupción, subraya el legado de Francisco como un reformador implacable frente a los escándalos financieros.

Sin embargo, la resistencia de Becciu y las divisiones entre los cardenales prometen mantener viva la controversia mientras el Vaticano se prepara para elegir al próximo Papa. Con el mundo observando, el Cónclave de 2025 no solo decidirá el futuro de la Iglesia, sino que también pondrá a prueba su capacidad para superar las sombras de su pasado.