La negligencia del último acto que podría ser responsable de la muerte del papa Francisco

El 21 de abril de 2025, el mundo lloró la muerte del Papa Francisco, Jorge Mario Bergoglio, a los 88 años, apenas un día después de su última aparición pública en la celebración de Pascua. Su presencia en la Plaza de San Pedro, donde ofreció una bendición tradicional, levantó sospechas: ¿fue un error permitir que un Papa tan enfermo participara en un evento público? ¿Pudo esta decisión haber acelerado su deterioro y causado su muerte?

Este artículo examina con detalle las circunstancias de su última aparición, su frágil estado de salud, las decisiones del Vaticano y las posibles consecuencias médicas, basándose en datos verificados y análisis expertos.

Estado de salud del Papa Francisco

Jorge Mario Bergoglio, nacido en 1936 en Buenos Aires, Argentina, enfrentó problemas de salud durante gran parte de su vida. A los 21 años, en 1957, una infección pulmonar grave llevó a la extirpación del lóbulo superior de su pulmón derecho, lo que redujo su capacidad respiratoria de forma permanente.

Durante su pontificado, iniciado en 2013, su salud empeoró: en 2021, fue operado por una estenosis diverticular del colon; en 2022, comenzó a usar silla de ruedas por dolores de rodilla y ciática; y en 2023, sufrió una infección respiratoria y una cirugía por una hernia abdominal.

En 2025, su salud alcanzó un punto crítico. El 14 de febrero, ingresó al Hospital Policlínico Gemelli de Roma por bronquitis, que evolucionó a una neumonía bilateral (infección en ambos pulmones) complicada por una infección polimicrobiana. Durante 38 días de hospitalización, enfrentó dos crisis graves: un episodio de broncoespasmo (dificultad severa para respirar) el 28 de febrero y momentos de insuficiencia respiratoria que requirieron oxígeno de alto flujo y ventilación no invasiva.

Los análisis médicos también mostraron anemia (baja cantidad de glóbulos rojos) y trombocitopenia (niveles bajos de plaquetas), tratados con transfusiones de sangre. Tras ser dado de alta el 23 de marzo, los doctores Sergio Alfieri y Luigi Carbone recomendaron dos meses de reposo absoluto, con medicamentos y fisioterapia, advirtiendo que su condición seguía siendo “frágil pero controlada”.

La aparición en la celebración de Pascua

El 20 de abril de 2025, Domingo de Resurrección, el Papa Francisco apareció en el balcón de la Basílica de San Pedro para ofrecer la bendición conocida como Urbi et Orbi, que significa “a la ciudad y al mundo” en latín. Esta es una tradición católica en la que el Papa da un mensaje de paz y bendice a los fieles en fechas clave como Pascua y Navidad.

Aunque no celebró la misa principal, que fue dirigida por el cardenal Angelo Comastri, Francisco estuvo presente durante 45 minutos frente a unos 35,000 fieles, bajo un clima primaveral de 21°C. Su participación fue breve: pronunció un corto “¡Feliz Pascua!” y delegó la lectura de su mensaje al arzobispo Diego Ravelli, pero el esfuerzo de aparecer en público fue un gesto simbólico para mostrar su compromiso con la Iglesia.

La decisión de permitir su presencia fue controversial

La Oficina de Prensa del Vaticano explicó que se evaluó su salud y las condiciones climáticas ese mismo día, pero no detalló quién tomó la decisión final. Según el diario italiano Il Corriere della Sera, algunos médicos del equipo del Papa expresaron preocupación por exponer a un paciente con neumonía reciente a un evento al aire libre, especialmente dado su historial pulmonar y su dependencia de oxígeno hasta pocos días antes. El informe médico del 25 de marzo había insistido en evitar esfuerzos físicos y mantener un ambiente controlado para prevenir recaídas.

¿Hubo negligencia en la decisión?

Desde un punto de vista médico, permitir que Francisco participara en un evento público tan pronto después de su alta hospitalaria (23 de marzo) fue arriesgado. La neumonía bilateral en una persona de 88 años, con un pulmón comprometido, requiere semanas de reposo estricto para evitar complicaciones como infecciones secundarias, fatiga extrema o problemas cardíacos. La anemia y la trombocitopenia detectadas durante su hospitalización aumentaban el riesgo de agotamiento físico. Estar 45 minutos al aire libre, incluso en un día cálido, pudo haber causado estrés físico, como dificultad para regular la temperatura corporal o un aumento en la demanda de oxígeno, en un cuerpo ya debilitado.

Especialistas en geriatría, citados por el periódico La Repubblica, explicaron que pacientes con infecciones respiratorias recientes son vulnerables a recaídas si no se respetan los tiempos de recuperación. La decisión de priorizar la aparición de Francisco en Pascua pudo responder a varios factores: la importancia de la celebración, que en 2025 coincidió con la Pascua ortodoxa y marcó el inicio del Año Jubilar; el deseo personal del Papa de estar presente; y una posible subestimación de los riesgos por parte de su equipo médico o los asesores vaticanos. La falta de un protocolo claro para manejar la salud de un Papa en estado crítico, como señaló un análisis de la BBC, pudo haber contribuido a esta decisión.

¿Contribuyó la Pascua a su muerte?

El Papa Francisco falleció a las 07:35 del 21 de abril de 2025, menos de 24 horas después de su aparición en el balcón. La causa oficial de muerte fue una complicación de su infección respiratoria, con la neumonía bilateral como factor principal. Aunque no hay pruebas definitivas que vinculen su participación en la Pascua con su fallecimiento, los indicios médicos sugieren una conexión probable. El esfuerzo físico y el estrés de estar en público pudieron haber desencadenado una descompensación respiratoria o cardiovascular, agravando su estado. Fieles que lo vieron notaron que su voz era débil y su rostro reflejaba cansancio, señales de que estaba al límite de su resistencia.

Un caso comparable es el de Juan Pablo II en 2005, cuya exposición a eventos públicos durante una infección respiratoria avanzada aceleró su deterioro, según estudios médicos posteriores. En el caso de Francisco, la ausencia de oxígeno visible durante la bendición, posiblemente para proyectar una imagen de fortaleza, pudo haber sido una decisión estética pero peligrosa, ya que dependía de oxígeno hasta días antes.

Reacciones y cuestionamientos

La muerte de Francisco desató críticas hacia el Vaticano por la gestión de su salud. En la Plaza de San Pedro, los fieles estaban conmocionados: “Ayer lo vimos en Pascua, no puede ser!”, comentó una peregrina italiana. En Argentina, el presidente Javier Milei expresó condolencias, pero medios locales cuestionaron por qué se permitió la exposición del Papa. El diario Il Messaggero publicó un editorial calificando la decisión como “un error médico y pastoral”, argumentando que la prioridad debió ser su recuperación.

En defensa del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin afirmó en Vatican News que Francisco insistió en participar: “Quería estar con su pueblo en Pascua, y respetamos su voluntad”. Sin embargo, esta explicación no silenció las críticas sobre la falta de una supervisión médica más estricta.

Contexto histórico y legado

La muerte de Francisco reavivó debates sobre cómo la Iglesia maneja la salud de los pontífices. El caso de Juan Pablo I en 1978, cuya muerte súbita generó rumores de conspiración, contrasta con la relativa transparencia en el caso de Francisco, aunque persisten dudas sobre las decisiones tomadas. Su pontificado, iniciado en 2013, transformó la Iglesia con un enfoque en la humildad, la justicia social y el diálogo interreligioso, pero su frágil salud fue un desafío constante.

La Pascua de 2025, un momento de unidad para católicos y ortodoxos, fue una oportunidad que Francisco no quiso perder. Sin embargo, este acto de entrega pudo haberle costado la vida. Su legado como un Papa cercano a los marginados permanece intacto.

Permitir que el Papa Francisco participara en la bendición de Pascua el 20 de abril de 2025 fue una decisión polémica que probablemente contribuyó a su rápido deterioro y muerte al día siguiente. La exposición pública, en un momento de recuperación incompleta tras una neumonía grave, ignoró advertencias médicas sobre su fragilidad.

Aunque no hubo negligencia intencional, la falta de un protocolo claro para proteger a un Papa enfermo y la presión de las tradiciones litúrgicas jugaron un papel clave. La muerte de Francisco marca el fin de un pontificado histórico y deja una pregunta abierta: ¿podría la Iglesia haber salvado a su líder?