Corea del Sur enfrenta una crisis devastadora tras una serie de incendios forestales que han cobrado la vida de al menos 16 personas en las regiones del sur del país.

Las llamas, avivadas por un clima seco y fuertes vientos, han consumido más de 43,000 acres (unas 17,400 hectáreas) de terreno desde que comenzaron a finales de marzo de 2025, dejando a su paso cientos de estructuras destruidas y un invaluable patrimonio cultural en cenizas. Entre las pérdidas destaca un templo budista de 1,300 años, un símbolo histórico que no resistió el avance del fuego.
Un incendio fuera de control
Los incendios estallaron en la provincia de Gyeongsang del Sur, una zona conocida por sus paisajes montañosos y bosques densos. Según el Servicio Forestal de Corea, las condiciones climáticas—con temperaturas inusualmente altas y vientos de hasta 50 km/h—han convertido el fuego en una fuerza casi imposible de contener. Más de 2,000 bomberos, apoyados por helicópteros y voluntarios, luchan contra las llamas, pero el terreno accidentado y la sequía han complicado las labores.

El saldo inicial es alarmante: además de las 16 víctimas fatales, decenas de personas han sido reportadas como desaparecidas y al menos 120 han resultado heridas, muchas por quemaduras o inhalación de humo. Las autoridades evacuaron a más de 10,000 residentes de aldeas cercanas, mientras el humo cubre ciudades como Busan, afectando la calidad del aire.
Pérdidas materiales y culturales
El fuego no ha discriminado entre naturaleza y construcciones humanas. Cientos de casas, granjas y edificios han quedado reducidos a escombros, con pérdidas económicas que aún se están evaluando. Sin embargo, el golpe más duro llegó con la destrucción de un templo budista de 1,300 años de antigüedad, cuya identidad exacta no ha sido revelada por las autoridades, pero que se presume podría ser un sitio de la región sur como Tongdosa, famoso por su legado espiritual.

“Es una tragedia nacional”, declaró el gobernador de Gyeongsang del Sur, Kim Kyung-soo, en una conferencia de prensa. “No solo perdimos vidas y hogares, sino una parte de nuestra historia que no podemos recuperar”. El templo, que habría resistido siglos de guerras y desastres, sucumbió ante las llamas en cuestión de horas, según testigos.
Respuesta del gobierno y causas posibles
El presidente Yoon Suk Yeol anunció un estado de emergencia en las zonas afectadas, prometiendo apoyo financiero y recursos para las víctimas. “Estamos movilizando todo lo que tenemos para detener esta catástrofe y proteger a nuestra gente”, afirmó. Equipos de investigación ya trabajan para determinar la causa del incendio, aunque las primeras hipótesis apuntan a una combinación de factores naturales y humanos, como la sequía extrema y una posible chispa accidental en áreas rurales.

Organizaciones ambientales han advertido que el cambio climático podría estar agravando estos eventos. Las primaveras más secas y cálidas en Corea del Sur han creado un polvorín en los bosques, haciendo que incendios como este sean más frecuentes e intensos.
Esfuerzos de rescate y esperanza entre la tragedia
En las zonas más afectadas, equipos de rescate buscan sobrevivientes entre los escombros de casas y bosques carbonizados. “Escuchamos gritos bajo los árboles caídos”, relató un bombero de Daegu, describiendo escenas desgarradoras. Voluntarios locales han instalado refugios temporales, mientras donaciones de agua y alimentos llegan desde todo el país.

A pesar del caos, hay historias de resiliencia. Una familia en Yeongdeok logró escapar con sus hijos tras ver el fuego acercarse por la ventana, y un anciano fue rescatado por vecinos que rompieron una pared para sacarlo. La solidaridad está siendo clave en medio de la desesperación.
Un país en alerta
Mientras las llamas siguen activas, Corea del Sur permanece en vilo. Las autoridades han pedido a los ciudadanos evitar áreas boscosas y reportar cualquier signo de humo. El impacto de este desastre se sentirá por años, no solo en las comunidades del sur, sino en la conciencia colectiva de un país que enfrenta una nueva prueba de su fortaleza.
