Ciudad del Vaticano, 8 de mayo de 2025 – Con el cónclave 2025 en curso para elegir al sucesor del Papa Francisco, fallecido el 21 de abril, surge la pregunta sobre los ingresos del próximo líder de la Iglesia Católica. En la mañana de este jueves, el proceso de votación continúa sin un resultado definitivo, pero las tradiciones financieras del papado ofrecen claridad sobre lo que el nuevo Papa podría esperar en términos de ingresos y estilo de vida.
Sin salario personal directo
El cargo de Papa no incluye un salario personal fijo que el ocupante pueda retener como ingreso propio. Desde que Jorge Mario Bergoglio asumió el pontificado en 2013 como Papa Francisco, se estableció un precedente al rechazar el salario mensual tradicional estimado en 32,000 dólares, un monto que algunos reportes asocian con el puesto.
En lugar de aceptarlo, Francisco optó por donarlo, destinarlo a fundaciones o confiarlo a familiares, alineándose con su voto de pobreza como jesuita. Este patrón sugiere que el nuevo Papa, independientemente de su identidad, probablemente seguirá una práctica similar, especialmente si proviene de una orden religiosa con votos de austeridad.
Recursos y privilegios asociados
Aunque no recibe un salario personal, el Papa tiene acceso a una serie de recursos y privilegios que cubren sus necesidades y las de la Iglesia. Estos incluyen residencia en la Casa Santa Marta o el Apostolic Palace (según su preferencia), un vehículo como el Popemóvil, cinco autos adicionales y gastos de viaje internacional cubiertos por el Vaticano.
La riqueza estimada del Papa Francisco al momento de su muerte, que oscilaba entre 16 millones y 25 millones de dólares según diversas fuentes, no reflejaba posesiones personales, sino el valor de los activos institucionales a los que tenía acceso. Estos activos, como propiedades y donaciones, pertenecen al Vaticano y no se transfieren como herencia personal, sino que se reintegran a la Iglesia o a causas benéficas tras el pontificado.
Fondo discrecional y transparencia
Se menciona un fondo discrecional anual de aproximadamente 385,000 dólares asignado al Papa para su uso, que históricamente se ha destinado a caridad o al sostenimiento de la Iglesia. Sin embargo, la falta de transparencia en las finanzas vaticanas, a pesar de las reformas de Francisco para combatir la corrupción, deja dudas sobre el manejo exacto de estos fondos. El nuevo Papa podría optar por mantener este enfoque caritativo o reasignar los recursos según su visión, pero no hay indicios de que los retenga como ingreso personal.
Un legado de modestia
La tradición reciente, reforzada por Francisco, indica que el próximo Papa no ganará dinero en el sentido convencional. Su riqueza estará ligada al cargo, no a su bolsillo, y cualquier estimación de su “valor neto” dependerá de los activos institucionales que administre.
Con el cónclave aún en desarrollo, la identidad del sucesor determinará si sigue el ejemplo de austeridad de Francisco o introduce cambios, pero las normas actuales sugieren que su ingreso personal será prácticamente nulo, mientras que sus responsabilidades financieras se centrarán en liderar a los 1,400 millones de católicos con los recursos del Vaticano.