Ciudad del Vaticano, 23 de abril de 2025. La muerte del Papa Francisco el 21 de abril de 2025 ha desatado una controversia sin precedentes en la Santa Sede. El cardenal Angelo Becciu, condenado a cinco años y seis meses de prisión por irregularidades financieras y despojado de sus privilegios cardenalicios por el propio Francisco en 2020, ha irrumpido en el centro de la escena al exigir su derecho a participar en el Cónclave que elegirá al 267.º Papa.

Su caso, envuelto en un escándalo que sacudió al Vaticano, plantea una incógnita jurídica y ética que promete dominar las discusiones previas al Cónclave, programado para mayo de 2025. Este artículo, basado en declaraciones oficiales, análisis de expertos y reportes de medios como Unione Sarda y Avvenire, examina el conflicto y sus implicaciones.
El caso Becciu: De hombre de confianza a cardenal caído
Angelo Becciu, de 76 años y originario de Cerdeña, fue una figura clave en el Vaticano como sustituto de la Secretaría de Estado entre 2011 y 2018, un cargo que lo convirtió en el tercer hombre más poderoso de la Santa Sede. Sin embargo, su carrera se desplomó en 2020 cuando el Papa Francisco lo destituyó tras revelarse su implicación en un escándalo financiero centrado en la compra de un edificio en Londres, en Sloane Avenue, un antiguo depósito de Harrods en el exclusivo barrio de Chelsea. La operación, valorada en 350 millones de euros, resultó en pérdidas millonarias para el Vaticano y desató acusaciones de malversación.
En diciembre de 2023, Becciu se convirtió en el primer cardenal juzgado por un tribunal penal vaticano, recibiendo una condena de cinco años y seis meses de prisión, una multa de 8.000 euros y una inhabilitación perpetua para ocupar cargos en la Santa Sede.
Además, se le acusó de desviar 125.000 euros de fondos vaticanos a una cooperativa en Cerdeña, vinculada a Cáritas y gestionada por su hermano, bajo el pretexto de donaciones caritativas. Francisco, en un gesto contundente, le retiró los privilegios asociados al cardenalato, como el derecho a participar en ciertas ceremonias y reuniones oficiales, pero no le exigió la renuncia formal al título de cardenal.
La batalla por el Cónclave
El Cónclave de 2025, que reunirá a 138 cardenales electores menores de 80 años para elegir al sucesor de Francisco, está envuelto en incertidumbre por la situación de Becciu. Según la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, todos los cardenales electores tienen el derecho y el deber de participar en la elección del Papa, salvo que sean expresamente excluidos por el Pontífice. Becciu, quien aún conserva su título cardenalicio, argumenta que no existe una orden explícita de Francisco que le prohíba entrar en la Capilla Sixtina.
En una entrevista con el diario Unione Sarda el 22 de abril de 2025, Becciu afirmó: “El Papa reconoció que mis prerrogativas cardenalicias permanecen intactas, ya que no hubo una voluntad explícita de excluirme del Cónclave ni una petición escrita de renuncia”. Esta declaración ha generado revuelo, ya que el Vaticano lo considera un cardenal no elector en sus estadísticas oficiales, a pesar de que su edad (76 años) lo califica para votar.
La Oficina de Prensa del Vaticano aclaró que Becciu, como cualquier cardenal, puede asistir a las congregaciones generales, las reuniones preparatorias donde los cardenales discuten el estado de la Iglesia antes del Cónclave. Sin embargo, su participación en el Cónclave mismo es “una cuestión distinta” que probablemente será debatida en estas congregaciones, según analistas vaticanos como Luigi Accattoli. La falta de claridad en el estatus de Becciu refleja una laguna jurídica que podría complicar el proceso.
Un escándalo que marcó el pontificado de Francisco

El caso de Becciu es uno de los capítulos más oscuros del pontificado de Francisco, quien hizo de la transparencia financiera una prioridad tras décadas de opacidad en las finanzas vaticanas.
La compra del edificio en Londres, gestionada a través de intermediarios dudosos, incluyó pagos inflados y transferencias a cuentas sospechosas, lo que desató una investigación interna ordenada por el Papa. Durante el juicio, se revelaron otros delitos, como el uso indebido de fondos para actividades no caritativas en Cerdeña, lo que agravó la caída de Becciu.
La destitución de Becciu en 2020 fue un mensaje claro de Francisco contra la corrupción, pero también generó tensiones en el Colegio Cardenalicio, donde algunos consideraron la medida excesivamente severa. La insistencia de Becciu en participar en el Cónclave es vista por algunos como un acto de desafío y por otros como un intento de reivindicar su dignidad, en un contexto donde su condena aún está bajo apelación.
Otros casos peculiares en el Cónclave
El caso de Becciu no es la única anomalía en el próximo Cónclave. Dos cardenales presentan situaciones inusuales relacionadas con su edad, un factor crítico para determinar quiénes son electores:
- Philippe Ouédraogo (Burkina Faso, 80 años): Según el Anuario Pontificio de 2024, Ouédraogo nació el 25 de enero de 1945, pero su registro oficial pospone su 80.º cumpleaños al 31 de diciembre de 2025, permitiéndole participar en el Cónclave. En una entrevista con Nederlands Dagblad, el cardenal explicó: “En mi pueblo no había hospitales ni escuelas. Nací en casa y no me asignaron una fecha precisa de nacimiento”. El Vaticano confirmó que “ciertos documentos” validan su elegibilidad.
- John Njue (Kenia, 79 años): Un caso similar ocurrió con Njue, cuya fecha de nacimiento fue corregida de 1944 a 1946, según reportó Avvenire. Esto lo convierte en elector, un precedente que refuerza la posibilidad de ajustes en los registros.
Además, dos cardenales electores han anunciado que no asistirán por motivos de salud, reduciendo el número de votantes a 135, sin contar a Becciu.
Implicaciones para el Cónclave
La controversia de Becciu plantea preguntas profundas sobre la gobernanza de la Iglesia y el legado de Francisco. Permitir que un cardenal condenado participe en la elección del Papa podría dañar la credibilidad del Vaticano, especialmente tras los esfuerzos de Francisco por limpiar las finanzas de la Santa Sede. Por otro lado, excluirlo sin un mandato claro podría alimentar acusaciones de arbitrariedad y profundizar las divisiones entre los cardenales, ya polarizados entre progresistas y conservadores.
Las congregaciones generales, que comenzarán el 23 de abril de 2025, serán cruciales para resolver este dilema. Los cardenales deberán interpretar las disposiciones de Francisco y decidir si Becciu, a pesar de su condena, conserva el derecho a influir en la elección del próximo líder de los 1.300 millones de católicos. Mientras tanto, su caso sigue generando debate en plataformas como X, donde algunos lo ven como un mártir de las reformas de Francisco y otros como un símbolo de la corrupción que el Papa combatió.
Conclusión: Un Cónclave bajo tensión
El desafío de Angelo Becciu al Vaticano marca un capítulo turbulento en la preparación del Cónclave de 2025. Su insistencia en participar, a pesar de su condena por irregularidades financieras y su destitución por Francisco, expone las complejidades legales y éticas que enfrenta la Iglesia en un momento de transición.
Mientras los cardenales se preparan para reunirse en la Capilla Sixtina, el caso de Becciu no solo amenaza con eclipsar el proceso de elección, sino que también pone a prueba el compromiso del Vaticano con la transparencia y la justicia. La resolución de esta controversia será un indicio clave del rumbo que tomará la Iglesia tras la era de Francisco.