Los ojos de un niño de seis meses adquirieron un tono azul inusual, en lo que los médicos creen que fue una rara complicación de un tratamiento para COVID-19.
El niño fue llevado por primera vez a los médicos tras desarrollar tos y fiebre, antes de que una prueba de antígeno confirmara que tenía COVID-19. Los médicos le recetaron favipiravir, que normalmente se utiliza para tratar la gripe. El medicamento antiviral a veces se receta para el COVID-19 en Japón y Tailandia, aunque la evidencia sugiere que tiene poco efecto positivo en los resultados de los pacientes con etapas tempranas no graves de la enfermedad.
Sin embargo, otras investigaciones indican que los pacientes menores de 60 años que han sido ingresados en el hospital por COVID-19 pueden ver algún beneficio.
La diarrea leve y el ácido úrico elevado en la sangre son efectos secundarios más comunes del uso de favipiravir, pero 18 horas después de comenzar el tratamiento, la madre del niño notó que sus ojos adquirieron un color azul brillante con la luz del sol. Este raro efecto secundario se había informado anteriormente, incluso en el caso de un hombre de 20 años. En ambos casos, al suspender el tratamiento los ojos de los pacientes volvieron a su color habitual.
En su discusión, los médicos del bebé señalan que “también se ha demostrado que favipiravir causa fluorescencia en el cabello y las uñas humanas”.
“Este efecto adverso puede deberse al fármaco, sus metabolitos o componentes adicionales de la tableta, como el dióxido de titanio y el óxido férrico amarillo”, escribió el equipo. “Los estudios han demostrado que el metabolito fosforilado activo de favipiravir se encuentra en el plasma humano y que existe una correlación lineal entre su concentración y la intensidad de la fluorescencia”.
Investigaciones adicionales en el laboratorio demostraron que el fármaco era fluorescente bajo luz ultravioleta. El equipo destaca en el informe las preocupaciones recientes sobre la seguridad y eficacia del favipiravir en el tratamiento de la COVID-19.
“El evento adverso informado, aunque es poco común, debe tomarse en serio y [monitorearse] de cerca en casos futuros”, concluyen. “Se necesitan más estudios para determinar la incidencia de estos [efectos] adversos y sus posibles consecuencias a largo plazo en la salud corneal”.