La desinformación es un problema grave que afecta a la sociedad, la política y la economía. Se trata de la difusión deliberada de información falsa o engañosa con el fin de influir en la opinión pública o de obtener algún beneficio.
La desinformación puede tener consecuencias negativas para la democracia, la salud, el medio ambiente y la seguridad.
La desinformación no es algo nuevo, pero en la era digital se ha vuelto más fácil y rápida de producir y difundir. Además, la aparición de las inteligencias artificiales (IA) capaces de generar textos convincentes y coherentes ha añadido un nuevo desafío a la detección y el combate de la desinformación.
Un nuevo estudio publicado en la revista Scientific Reports ha analizado cómo los humanos reaccionan ante los tuits generados por una IA llamada ChatGPT, que utiliza un modelo de lenguaje natural basado en redes neuronales profundas.
El estudio ha comparado el nivel de credibilidad, verificabilidad y sesgo percibidos por los participantes al leer tuits escritos por humanos o por ChatGPT sobre temas controvertidos como el cambio climático, el Brexit o las vacunas.
Los resultados del estudio son sorprendentes y preocupantes. Los investigadores han encontrado que los tuits generados por ChatGPT son más difíciles de detectar como falsos que los escritos por humanos, y que los participantes tienden a creer más en ellos y a verificarlos menos.
Además, los tuits de ChatGPT tienen un mayor efecto persuasivo y polarizador que los de los humanos, especialmente cuando se alinean con las opiniones previas de los lectores.
Estos hallazgos sugieren que las IA pueden ser utilizadas como herramientas eficaces para crear y difundir desinformación, y que los humanos somos vulnerables a caer en sus trampas.
Por ello, es necesario desarrollar estrategias para educar a la ciudadanía sobre el uso crítico y responsable de la información, así como para mejorar los sistemas de verificación y control de calidad de los contenidos generados por IA.