La sal es un ingrediente fundamental en la cocina y es esencial para diversas funciones corporales, como la regulación de los fluidos y el correcto funcionamiento de los músculos y los nervios. Sin embargo, no todas las sales son iguales, y algunas pueden tener efectos negativos en la salud cuando se consumen en exceso.

La sal refinada, comúnmente conocida como sal de mesa, es el tipo de sal que más afecta al organismo, debido a su alto contenido de sodio y a los procesos industriales a los que se somete.
¿Qué hace que la sal refinada sea perjudicial?
La sal refinada pasa por un proceso de purificación que elimina minerales naturales como el magnesio, el potasio, y el calcio, dejando principalmente cloruro de sodio. Además, se le suelen añadir aditivos como agentes antiaglomerantes y, en algunos casos, yodo.
Aunque el yodo es importante para la salud tiroidea, los demás aditivos y la falta de otros minerales esenciales hacen que la sal refinada no sea una opción óptima para la salud.
El principal problema con la sal refinada es su alto contenido de sodio, el cual, en exceso, puede llevar a varios problemas de salud como la hipertensión, enfermedades cardíacas, y accidentes cerebrovasculares.
El sodio también puede causar retención de líquidos, lo que aumenta la presión sobre los vasos sanguíneos y los órganos vitales.
Efectos de la sal refinada en el organismo
- Aumento de la presión arterial: El sodio contenido en la sal refinada puede causar un aumento en la presión arterial, lo cual es un factor de riesgo importante para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. El exceso de sodio hace que el cuerpo retenga más agua, aumentando el volumen de sangre y, por lo tanto, la presión sobre las paredes de los vasos sanguíneos.
- Retención de líquidos: Consumir sal refinada en exceso puede llevar a una retención de líquidos, lo que no solo provoca hinchazón y malestar, sino que también puede poner en tensión a los riñones y al corazón, especialmente en personas con enfermedades preexistentes.
- Desequilibrio en los electrolitos: La sal refinada carece de otros minerales esenciales que ayudan a mantener el equilibrio de electrolitos en el cuerpo. El consumo excesivo de sal refinada puede llevar a un desequilibrio de sodio y potasio, lo que afecta el funcionamiento celular, la contracción muscular, y la transmisión nerviosa.
- Aumento del riesgo de osteoporosis: El exceso de sodio en la dieta puede aumentar la pérdida de calcio a través de la orina, lo que con el tiempo puede contribuir a la disminución de la densidad ósea y aumentar el riesgo de osteoporosis.
- Mayor riesgo de problemas renales: Los riñones son los encargados de filtrar el exceso de sodio del cuerpo. El consumo excesivo de sal refinada puede sobrecargar los riñones, aumentando el riesgo de desarrollar cálculos renales y otras complicaciones renales.
Alternativas más saludables a la sal refinada
Para reducir los riesgos asociados con el consumo de sal refinada, es recomendable optar por alternativas más naturales y menos procesadas. Algunas opciones incluyen:
- Sal marina sin refinar: Esta sal se obtiene mediante la evaporación del agua de mar y contiene una mayor variedad de minerales traza en comparación con la sal refinada.
- Sal del Himalaya: Reconocida por su color rosado, esta sal contiene más de 80 minerales traza, incluidos el potasio y el magnesio, lo que la convierte en una opción más equilibrada y nutritiva.
- Sal de grano grueso o kosher: Estas sales suelen estar menos procesadas y, aunque tienen un contenido similar de sodio, carecen de los aditivos presentes en la sal refinada.
Si bien la sal es un componente esencial en nuestra dieta, la elección del tipo de sal y la cantidad consumida son factores clave para mantener una buena salud. La sal refinada, debido a su alto contenido de sodio y falta de minerales beneficiosos, es la que más afecta negativamente al organismo.
Optar por alternativas más naturales y moderar su consumo puede ayudarte a mantener un equilibrio adecuado de sodio y minimizar los riesgos asociados con su uso excesivo.