5 errores más comunes que cometemos con nuestras contraseñas

Hoy en día, escribir contraseñas en varias plataformas y servicios en línea se considera una acción más de nuestra vida diaria. Es común elegir contraseñas simples y fáciles para que no perdamos tiempo tratando de recordarlas en el momento de iniciar sesión. Este es solo un ejemplo de los errores que cometemos al tratar de preservar nuestra identidad en línea.

1. Usar la misma contraseña en muchos sitios

Es uno de los errores más comunes que se observan y la razón es simple. Es muy conveniente crear un código clave, generalmente fácil de memorizar, que usamos, si no todos, en la mayoría de los servicios en línea.

El principal problema con el reciclaje de una contraseña es cuando un software de piratas informáticos especialmente diseñado (los llamados bots) intenta iniciar sesión en cuentas utilizando contraseñas ya robadas de diferentes plataformas.

Es decir, roban los inicios de sesión de un sitio y los utilizan para enlazar a otro diferente, lo que hace que la variedad de nuestras contraseñas sea la opción más segura.

2. Crear contraseñas simples

Muchos problemas de seguridad comienzan con la generación de contraseñas. A pesar de la creciente referencia al ciberdelito, son muchos los que eligen códigos muy sencillos con lo más común, el año actual o 12345 seguido de nuestra contraseña, según las últimas estadísticas.

Además de crear códigos muy simples, un error que también se comete a menudo es que el código contiene información de nuestra vida personal, que se podría adivinar fácilmente, como nombres (de la propia persona, su cónyuge, etc.) o fecha de cumpleaños.

3. Grabación de contraseñas

Otra táctica para no perder nunca nuestras contraseñas es anotarlas, ya sea normalmente en un papel o de forma electrónica en un documento de nuestra computadora o teléfono móvil. No hace falta decir que tener tus contraseñas escritas en un papel en tu casa no es tan arriesgado como tener un archivo electrónico correspondiente. Sin embargo, no deben escribirse como están y nuestras notas deben ser sobre sugerencias o ayudas para que podamos recordarlas fácilmente si las olvidamos.

Por otro lado, registrar los códigos en un documento en la computadora o el teléfono móvil solo conlleva riesgos. Si alguien piratea nuestro dispositivo, obtendrá acceso casi automáticamente a nuestras cuentas, siempre que tenga toda la información de inicio de sesión disponible. Del mismo modo, hay malware que, si invaden nuestro dispositivo, pueden encontrar y divulgar nuestro archivo de contraseñas incluso antes de que nos demos cuenta.

4. Compartir las contraseñas

Dar nuestra contraseña a una persona cercana es un fenómeno común y relativamente inofensivo. Pero, ¿qué sucede cuando el uso compartido de contraseñas implica cuentas de correo electrónico, redes sociales o sitios web de compras electrónicas? En estos casos, la seguridad de cada cuenta está significativamente limitada porque nunca podemos estar seguros de cómo alguien la usará.

El riesgo también es grande en caso de que compartamos el código tal como está por correo electrónico. Como ya se mencionó, tener nuestra contraseña registrada en un dispositivo y en este caso en una conversación electrónica, se vuelve muy fácil encontrarla en caso de piratería o malware.

5. Cambio de contraseña descuidado

En muchos casos, los propios servicios en línea obligan a los usuarios a cambiar sus contraseñas cada pocos meses por razones de seguridad.

Pero se ha demostrado que cuando uno se ve obligado a cambiar la contraseña con regularidad, lo hace de una manera más ingenua sin pensarlo mucho. Ejemplos de tales cambios son aumentar el signo de exclamación al final, mover números del final al principio del código y reemplazar una letra con un símbolo similar (por ejemplo, de la a a la @).

Estas conversiones pueden resultar fáciles para nuestra memoria, pero lo mismo ocurre con un hacker, ya que una vez que descubre una contraseña, encontrar una ligeramente diferente no es difícil.