El expresidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica, de 89 años, atraviesa la fase terminal de un cáncer de esófago que se ha extendido al hígado, según confirmó su esposa, la exvicepresidenta Lucía Topolansky, en una entrevista con la radio local Sarandí.

Mientras recibe cuidados paliativos en su modesta chacra en Rincón del Cerro, a las afueras de Montevideo, el país y la región se preparan para despedir a una de las figuras más emblemáticas de la izquierda latinoamericana. Mujica, conocido por su austeridad y humanismo, deja un legado que trasciende fronteras, marcado por su lucha, su filosofía de vida y su compromiso con los más humildes.
Un diagnóstico que marcó el epílogo
El inicio de la enfermedad
En abril de 2024, Mujica anunció públicamente que había sido diagnosticado con un tumor en el esófago, descubierto tras molestias digestivas. En una conferencia de prensa en la sede del Movimiento de Participación Popular (MPP), el exmandatario enfrentó la noticia con su característica franqueza: “Es algo serio, pero mientras pueda, seguiré militando”. Inicialmente, se sometió a radioterapia y, posteriormente, a una gastrostomía y la colocación de un stent para facilitar la ingesta de alimentos.
Sin embargo, en enero de 2025, reveló en una entrevista con el semanario Búsqueda que el cáncer había hecho metástasis al hígado, marcando un punto de inflexión. “Me estoy muriendo. Hasta acá llegué”, afirmó, optando por no continuar con tratamientos invasivos y priorizar su calidad de vida.
La fase terminal y los cuidados paliativos
Lucía Topolansky, compañera de vida y lucha de Mujica, confirmó el 11 de mayo de 2025 que la situación es “terminal”. En diálogo con Radio Sarandí, explicó que el enfoque actual es garantizar que Mujica viva sus últimos días “lo mejor posible”, con cuidados paliativos para minimizar el dolor. “Estamos haciendo lo necesario para que esté cómodo”, señaló. La exvicepresidenta destacó que Mujica permanece en su hogar, rodeado de su familia y seres queridos, en un entorno de privacidad que él mismo ha solicitado.
El presidente uruguayo, Yamandú Orsi, considerado el heredero político de Mujica, pidió respetar la intimidad del exmandatario durante las elecciones departamentales del 11 de mayo, en las que Mujica no participó por primera vez desde el retorno de la democracia en 1985. La ausencia de Mujica en las urnas fue un símbolo de su delicado estado, reflejo de una enfermedad que lo ha debilitado físicamente, aunque su lucidez mental, según Orsi, sigue intacta.
Un legado de austeridad y humanidad

De guerrillero a presidente
José Mujica, nacido el 20 de mayo de 1935, es mucho más que un exmandatario. Su vida abarca capítulos de lucha, sacrificio y transformación. En los años 60, como miembro del movimiento guerrillero Tupamaros, combatió la desigualdad social en Uruguay, lo que lo llevó a pasar más de una década en prisión durante la dictadura militar (1973-1985), incluyendo largos períodos en aislamiento. Tras la restauración democrática, Mujica abrazó la vía política, convirtiéndose en diputado, senador, ministro de Ganadería y, finalmente, presidente de Uruguay entre 2010 y 2015.
Como presidente, Mujica se ganó el apodo de “el presidente más pobre del mundo”, una etiqueta que él rechazaba, argumentando que la pobreza es una elección de vida, no una virtud. Donaba el 90% de su salario a causas sociales, vivía en su sencilla chacra y conducía un Volkswagen Escarabajo de 1987. “No soy pobre, soy sobrio. La felicidad está dentro de uno”, repetía, inspirando a millones con su discurso anticonsumista y su defensa de la justicia social.
Un ícono global
El impacto de Mujica trascendió Uruguay. Su estilo directo y su rechazo a los lujos del poder lo convirtieron en un símbolo de la izquierda latinoamericana. Líderes como Luiz Inácio Lula da Silva, Gabriel Boric y Cristina Kirchner, quien lo visitó en febrero de 2025 en un emotivo encuentro, reconocieron su influencia. “Mujica demostró otra manera de hacer política”, escribió un lector en una carta a El País, destacando su capacidad para medir el valor de las cosas en tiempo y relaciones humanas.
Sus críticas a regímenes como los de Venezuela y Nicaragua, expresadas en conversaciones con líderes como el presidente dominicano Luis Abinader, reflejaron su compromiso con la democracia. “La democracia se precisa para discrepar, no para estar de acuerdo”, dijo Mujica a Boric, subrayando su visión de una política abierta y plural.
Reacciones y despedidas
El llamado a la privacidad
La salud de Mujica ha sido un tema de interés público, pero también de especulaciones. En enero de 2025, rumores falsos sobre su muerte circularon en redes sociales, obligando a su médica personal, Raquel Pannone, a desmentirlos. “Es irresponsable difundir noticias sin verificar”, afirmó Pannone, reiterando que Mujica estaba en su hogar, alejado de la vida pública. La familia ha limitado las visitas a personas autorizadas por el propio Mujica, buscando preservar su tranquilidad.
Yamandú Orsi, tras visitar a Mujica días antes de las elecciones de mayo, comentó: “Estamos cuidándolo para que no haga cosas que lo perjudiquen”. El secretario de Presidencia, Alejandro Sánchez, también se refirió al deseo de Mujica de llegar a su cumpleaños número 90 el 20 de mayo, una meta que ahora parece incierta. “Pepe ha dicho que quiere cumplir 90 años, y eso va a ser el 20 de mayo”, señaló Sánchez.
Homenajes de la región
La noticia de la fase terminal de Mujica ha generado una ola de mensajes de solidaridad. La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, envió un video expresando su apoyo, mientras que líderes como Boric y Kirchner destacaron su legado de militancia. “Charla y análisis de militantes que lo seguirán siendo hasta el último día”, escribió Kirchner tras su visita, resumiendo el espíritu incansable de Mujica.
En Uruguay, la coalición de izquierda Frente Amplio, liderada por Orsi, retuvo el poder en Montevideo durante las elecciones de mayo, un triunfo que muchos atribuyen al legado de Mujica. “Pepe sigue siendo una brújula moral”, afirmó Orsi, quien ha prometido gobernar con la misma sensibilidad social.
Los últimos días de un luchador
A pesar de su enfermedad, Mujica mantuvo una actividad limitada pero significativa en 2025. En febrero, recibió a líderes como Boric y Kirchner en su chacra, donde compartió reflexiones sobre la democracia y la desigualdad. También participó en un campamento de jóvenes del MPP, donde, con humor y crudeza, dijo: “Soy boleta”, reconociendo la gravedad de su estado. Estos encuentros, descritos como despedidas, reflejan su deseo de dejar un mensaje final de esperanza y compromiso.
Mujica también expresó su admiración por el papa Francisco, fallecido en abril de 2025, con quien compartía una visión de simplicidad. “Siento que necesitaba más tiempo”, dijo tras la muerte del pontífice, recordando una conversación telefónica en la que hablaron de mitigar el dolor social.
Un mensaje de despedida
En su entrevista con Búsqueda en enero, Mujica dejó un mensaje conmovedor a sus compatriotas: “Gasté mi vida en tratar de ayudar al Uruguay; no tuve mucha suerte”. Sin embargo, su impacto es innegable. Desde su lucha guerrillera hasta su presidencia, Mujica enseñó que la política puede ser un acto de servicio, no de privilegio. “O logras ser feliz con poco, o no logras nada”, insistía, invitando a valorar lo esencial.
Hacia el futuro: el vacío que deja Mujica
La inminente partida de Mujica plantea preguntas sobre el futuro de la izquierda uruguaya y latinoamericana. ¿Quién llenará el vacío de un líder tan carismático y auténtico? Yamandú Orsi, quien asumió la presidencia en marzo de 2025, enfrenta el desafío de honrar su legado mientras navega un país sin mayorías parlamentarias. El MPP, fundado por Mujica, seguirá siendo un pilar del Frente Amplio, pero la ausencia de su voz resonará profundamente.
Mujica no solo fue un político; fue un símbolo de resistencia y coherencia. Su vida, marcada por la adversidad y la empatía, inspira a generaciones a repensar el poder y la felicidad. Mientras Uruguay y el mundo se preparan para despedirlo, su mensaje perdura: la verdadera riqueza está en vivir con propósito.